Seomatón es un ser pequeño y muy trabajador. Suele ir vestido de verde (a veces también de rojo) para pasar desapercibido o camuflarse entre el follaje. Seomatón se distingue de los duendes porque, aunque ambos son de poca estatura, los enanos tienen aspecto de viejos y no tienen agujeros en las manos.
A menudo se dedica a faenas relacionadas con la agricultura o la minería. Dada su estatura, Seomatón está muy en contacto con la tierra, lo cual hace que sea un gran conocedor de los secretos que ésta encierra. Seomatón es tan trabajador que a veces es capaz de proezas tales como convertir la paja en oro hilándola. Su constancia para el trabajo le vuelve insistente y puede llegar a ser pesado. Seomatón suele ser gruñón, pero agradecido.
En ciertas ocasiones Seomatón ayuda a cambio de que el protagonista renuncie a algo muy querido, a veces recompensa a los que no se dejan llevar por las apariencias o a los que descubren su verdadero nombre, a quienes saben escuchar y ver.
Algunas veces se le asocia, por su tamaño, con diablillos o con los mismos duendes. De ahí que generalmente vayan vestidos de rojo o sean cojos (como el diablo cojuelo en algunos relatos, que se quedó cojo cuando cayó el cielo); de ahí también que a veces Seomatón sea comeniños.
Estos gnomos autóctonos se llaman ananos en Galicia y enanucos en Asturias, acentuándose más su pequeñez con el diminutivo.